1. Yo me llevo mi bebida

Un post por Pietrus el July 10, 2015 - 0 minute read

Creo recordar que el motivo del bebercio era el cumpleaños de Bailén, una mujer encantadora, que por aquel entonces estaba saliendo con mi amigo Santiago. El caso es que antes de ir a cualquier discoteca o Pub, decidimos jugar a un juego, como no, de beber. Hicieras lo que hicieras al menos al minuto estabas bebiendo. Y el vividor del Pietrus se llevó su propia botella de tequila, y en lugar de ponerse un mini / megavaso / cubalitro, con su debida mezcla, ¡nooo! Un chupito de tequila por cada vez que le tocará beber. Obviamente al llegar al quinto chupito me quería morir, pero no sé que me impulsó a seguir bebiendo. “Y aquí es cuando todo se vuelve borroso” Recuerdo vagamente que cogí el portátil de Bailén y busqué varios vídeos de temática para adultos, y un tanto, hay que decirlo, “hardcore”. De las últimas cosas que recuerdo antes de abandonar el lugar, es la cara de pasmo de la pobre chica al ver su ordenador reproduciendo tales vídeos. He de decir en mi defensa que solo los puse para enseñarles a mis amigos ciertas actrices muy profesionales en su oficio.

Ya fuera del edificio, y según las narraciones de mis acompañantes, mi actitud se tornó como poco provocadora, ya que importunaba a peatones que se cruzaban en mi camino con las típicas frases de borrachín alegre: “Guapa, que no tengo peloh en la lengua poh que tu no quiereh”. Frases para hacer amigos vamos. Mis camaradas con tal de que no me dieran una hostia con la mano abierta, me propusieron una de mis mayores aficiones; “Un trescientos”, que se trataba principalmente de correr, si se puede en línea recta. Y yo lo hice, ¡vamos que si lo hice! Corrí y corrí, y frené y me estampé con una persiana bajada de una óptica, debería haberlo visto venir… Una vez recuperado, pusimos rumbo hacia la discoteca pertinente. Mi consciencia en este momento de la noche era nula y mi cuerpo empezó a sentir los efectos de pasarte con la bebida. Me aferré a un pilar como si mi pareja de baile se tratará y seguí el ritmo de la música, disimulando todo lo que podía las nauseas que me venían. Aquí no había marcha atrás y todo iba a acabar muy mal. Las arcadas hicieron acto de presencia y corrí hacia el aseo, hacia un aseo me daba igual, había un cincuenta por ciento de acertar. Y acerté. Me volqué sobre un Sr. Roca y mi cuerpo comenzó a expulsar todo el mal que había en él. ¿Qué hacían tres chicas en el baño de tíos? Pues entonces no acerté al elegir en cual entrar. Mis camaradas vinieron al rescate, y con la ayuda de Santiago, no me lavé la cabeza usando un váter. Y con la ayuda de mi buen amigo Joaquín, las chicas del baño conocieron perfectamente mi situación y al propio Joaquín claro.

Había llegado el momento de llevar a Pietrus a casa, no se encontraba bien. Desconozco aquí parte de la historia, pero dejarlo a la imaginación me parece bonito. Me llevaron al parking donde había aparcado, y Santiago cogió mi coche. Joaquín cogió el suyo, ya que ellos volverían a la discoteca. En el trayecto, y una vez acostado en el asiento trasero de mi coche, tuve la genial idea de incorporarme, para que Santiago pudiera tomar una curva a velocidad elevada y yo poder tantear la resistencia de los cristales con mi cabeza. Buenos cristales. Una vez en mi casa, suerte que en ese momento no había nadie, me quitaron los pantalones estrechos, y me empeñé en dormir en el salón.

A la mañana siguiente me desperté en el salón de mi casa con una resaca mortal, sin pantalones y sin poder recordar nada de la noche anterior…