2. ¿Ramona?

Un post por Pietrus el August 7, 2015 - 0 minute read

En una época del año similar a la que me encuentro ahora, me vi rodeado de música, fiesta, y como no de alcohol. Me encontraba en un festivalucho de verano, de esos que solo conoces una canción de una banda, aunque ese año conocía mas, digo ese porque ya había asistido en otra ocasión al mismo festival. Y como es natural en verano, aquella primera vez que asistí al mismo festival se liaron las cosas, Pietrus la lió, y cometió uno de los mayores errores (y bonitos) de su vida, que no viene al caso, bueno si, pero es muy largo. Resumiendo y empezando por lo que importa, me llevé camuflada en una botella de un litro y medio de Jägermeister. Y tras la primera noche de “¿¡Quién quiere jager!?” “¿¡Pero que mierda canta ese!?” y “Hola huapa, ¿ti llamas Ramona Flowers?”, la resaca fue digna. Y la segunda noche estaba al caer, el comienzo fue un buen café, con jager, como no. Y de ahí todo cuesta arriba vamos. Juegos del beber, tipas sueltas con historias sueltas, saltos olímpicos sobre tiendas de campaña, todo fenomenal. Hasta que el pasado ataca en forma de “El amigo Gay”. Una agradable charla con mi antiguo conocido consiguió ponerme las pilas, hacer que el alcohol no fuera una droga deprimente, y me quedé toda la noche, hablando, riendo, reconciliándome… Ah, no… que en lugar de eso insulté al tipo, insulté a mi ex, y me fui corriendo. Me fui corriendo hacia la playa, allí me quite la camiseta, la dejé bien colocadita en una silla de socorrista, y continúe corriendo. No sé cuanto tiempo, paré cuando la playa se acabó, y volví andando. Estaba yo para pensar en perderme, que no me importaba. Es difícil pederse en una playa, pero no imposible. La cosa es que me debí salir de la playa antes de llegar a mi destino y anduve por el pueblo maldiciendo y rumiando palabras de borracho. Al fin, llegue a la zona de camping y no me apetecía volver a mi tienda, por vergüenza y miedo. Así que me quede en un puesto de horchata y granizados contándole mis penas a la pobre chica que trabajaba allí, y debió entretenerle, pues ella me contó las suyas, y como si de un alcohólico de cincuenta años se tratará me vi en la barra de un puesto de mierda bebiendo horchata y hablando de mi vida con una desconocida. Tampoco era para tanto viéndolo con perspectiva, pero por aquel entonces se me acababa el mundo. En los siguientes días, bebí, esquivé y busqué por partes iguales a mi ex sin ningún sentido, y me puse a despotricar contra el publico de un grupo moja bragas llamándolas cosas indignas, (claro que no se me entendería nada). No es que sea una de las borracheras de la que estoy más orgulloso, pero vale para no olvidar lo tonto que fui, y de cómo no volver a perder una camiseta… encima era una buena camiseta… 

(Nota. La camiseta puede simbolizar muchas cosas, no pierdas tu camiseta.)